Migración de Escrúpulos XVI
Cuando las cuaimas se rebelaron... y dejaron de serlo.
En este juego de la Oca que es la vida, he descubierto un patrón: la responsabilidad de ganar cae sobre una sola persona... la más fuerte.
En Venezuela, tierra de matriarcado, el peso cae sobre las mujeres. Somos como las tías Tulas de Unamuno, pero no estamos dispuestas a renunciar ni al amor o al éxito.
Convenido.
Pero cuando tenemos éxito es para ayudar a una serie de manganzones que tenemos como familia, o para educar a la próxima amazona.
Es una mierda este sistema. Tengo 10 años educando a mi hermana de 15 sobre cómo compartir la responsabilidad de la familia. Tengo esa misma cantidad de tiempo buscando alternativas para ella o para mí. Lo mismo le ha pasado a mi madre, que ya asume de manera natural el peso del matriarcado.
No niego haber tenido oportunidades espléndidas... las necesitamos. Cuand ganamos platica, es para solventar los problemas de la familia: no nos pertenece, parece. Entonces, ¿debemos buscarnos proveedores en vez de hombres para poder aspirar a tener "algo"? NO
Estoy empezando a cansarme, y aún no tengo treinta.
El éxito simplemente es la deuda con quienes me pusieron allí y ahora quieren su parte. Y cuando uno vive bajo el susto de su condición efímera, es un infierno.
Aún no llego a donde quiero. Sólo hago periodismo.
Pero siento que dentro del seno de cualquier familia promedio se desarrollan historias más truculentas que las publicadas en los medios de comunicación.
El lector sólo celebra que -al fin- se hayan dado cuenta.
Yo, articulista de pendejadas, utilizo este blog para conjurar un complot contra el matriarcado venezolano.
Dejemos a nuestro hombres hacerse responsables de sus errores. Volteemos los hombros cuando la cagan por enésima vez y sigamos en lo nuestro. No hagamos más diligencias ajenas. No lloremos más por causas perdidas. Dejemos con la palabra en la boca al macho que se ufane de poder cambiar al país, o al mundo. Castigemos con la lástima -solo dedicada al idiota- a aquellos que se gasten el sueldo en cervezas mientras nosotras dejamos de comprarnos una pintura de labios para mantener el presupuesto familiar.
Mujer venezolana, te invito a soñar que puede existir un hombre con el cual compartir tu carga.
Revélate contra el matriarcado.
Basta de ser cuaima, sólo sé mujer en la búsqueda de su legítima felicidad.
Escribo esto muy, pero muy molesta. Harta incluso. Vivo en los EE.UU. e igual debo hacer de cabeza de familia de unas personas que viven en un pueblo remoto donde nadie aún usa Internet.
Basta
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