jueves, febrero 22, 2007

Venezuela es una lata de diablitos




Migración de Escrúpulos XXXI

Cada ciudad es el reflejo de la voluntad de sus habitantes. Miami, mi rosada malhablada, intenta soñarse en si misma como algo mejor. El sólo hecho de pretenderlo es meritorio, aunque eso -lamentablemente- signifique el desplazamiento de miles de personas a la periferia, así como reparaciones en la vía que nos roban tiempo vital.

Igual en Caracas se montan en los cerros por no poder estar a la par de las caras pretensiones de Caracas, chula y pretensiosa.

Cierto Martha Beatriz, el tiempo se hace eterno cuando manejas por la US1 durante horas picos. Admito también que no me he metido tampoco en la página web para revisar los horarios de las reparaciones en Miami. Pero al menos existe esa opción para quien tenga la voluntad de usarla.

Quién esté de novios con la ezquizofrénica-paranoide pero bella Caracas, tiene que bajarse de la mula emocionalmente y apretarse el cinturón.

Pero así hemos hecho todos.

Quién esté saliendo con la pedante pero cimbreante Miami tendrá que calarse sus gritos, su cartón piedra-ciudad tapando su historia de pueblo feliz-pero alguna ve pobre y sus malos modales.

Cada uno hizo su elección y paga el precio... a veces para descubrir que casi obtuvo lo mismo.

Los venezolanos somos como somos cualquier gentilicio: cuando nos mudamos a una casa nueva, sacamos todos los periquitos de la caja y los ponemos encima de la mesa de igual manera que lo hacíamos en la casa anterior.


No nos sorprenda que todos los sitios se parezcan entre sí.

A mí me New York me pareció igualita de caótica y divertida que Caracas. Lo que acabo de decir puede sonar a herejía, pero lo mismo me pasó en Roma, en Vancouver, etc... en todos reconocía un pedazo de mi ciudad natal.

Traté de enseñarle a Luis Carlos la ciudad de la cual me había enamorado por segunda vez, y terminé escuchando el CD de Saúl Vera que me regaló Rodo y Laura con lágrimas en los ojos.

Tan boba yo.

Al final Venezuela es como la lata de diablitos que solíamos llevar a la playa o a la montaña y destapábamos cuando nos pegaba el hambre hereje. Esta vez la mochila es nuestro propio corazón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente texto... aunque diablito solo es como guácatela. Prefiero las latas de atún (atún sin delfín).
El link a Martha Beatriz es "veoypienso"... porque CabinaTerrestre es el de BEA, que todavía está de este lado de Maiquetía.

Abrazos todos.

(pd: por cierto, también dejé sin querer el DVD de Huáscar Barradas... con ese también se llora)

Irina López dijo...

¿Y qué de los que con 10'' de nieve tomamos Ponche Crema, bailamos Guaco mientras afuera suena: "We wish you a merry Christmas, we wish you a merry Christmas and a happy New Year"? ¿Puede haber algo más incongruente?
Sí, traerse un cd para recibir el año nuevo escuchando Las uvas del tiempo de Raúl Amundaray.

Rodolfo dijo...

Diablito con pan, diablito con pasta, diablito me encnata como sea. Eso, queso blanco duro y malta jajajjajajaj