Migración de Escrúpulos XXXIII
Me disculpo con ustedes por ser tan pretensiosa y melcochuda. Les prometo que en este próximo post voy a llevármelos a tomar sol conmigo a Miami Beach, bañarnos en el frío y salado mar, empegostarnos de la blanquísima arena artificial y pasar un buen rato.
Vamos a sacudirnos esta pretensión fatua que nos embarga a los venezolanos que pretendemos "pensar". Especialmente ustedes, chicas. Vamos a ponernos un biquini y lucir nuestras lolas nuevas, aunque se nos salgan uno que otro cauchito que no podemos bajar porque la depresión generada por estar solas no nos da tregua con el metabolismo. No se preocupen, ningún gordinflón flatulento nos volverá a decir "gorda" durante éste nuestro día (semana, año, vida). Ni siquiera el espejo. Vamos a pretender ser amadas por lo que somos y no por cómo lucimos, porque esta única vez vamos a lucir lo que somos. Vamos a ser dejar de ser unas "mamacita", porque yo ya estoy harta de ser la madre de mis hombres y la mascota de mis amantes. Vamos a ser ... !mujeres!
Ya acostadas en la playa, manoseadas por el astro sol, vamos a pretender echarnos una autocalentada bien buena con "Helarte de amar" de Fernando Izawaki... ese tipo SÍ nos tiene ganas, carajo. Eso sí, escondan el libro tras una revista Cosmopolitan por favor, no sea que piensen que son demasiado inteligentes y no levanten NI LA ARENA.
Luego vamos a echarnos un traguito del ron que trajo la panita encaletada en el bolso , cual si fuera jugo de naranja... chicas malas al fin y al cabo.
No faltará la discusión de la veracidad de ciertas afirmaciones científicas como:
-"No importa ni lo grande ni lo grueso, sino lo que dure tieso"
-"Quien duerme con niños amanece mojado"
- "Quien duerme con viejos tiene que cambiar interiores"
- "Al hombre mayor solo se lo levanta una grúa la segunda vez"
- "Billete mata galán"
- "Los gringos solo se mueven hacia adelante y hacia atrás"
- Etc.
Luego vendrá un tiempo deliberado de deliberaciones beligerantes donde ya todas estaremos ebrias para articular una frase y ya ninguna podrá manejar excepto la pana que se llevó al macho a la reunión por pendeja y ahora no puede hablar abiertamente por... pendeja.
Lejos habrá quedado entonces el dolor de un divorcio generado por la ceguera del dolor ajeno de A, los besos nunca dados por falta de práctica de B (que se le olvidó en la portada de un libro), la incómoda certidumbre de vivir en una permanente incertidumbre, el vacío de precisar que no pertenecemos a ningún lugar más que a nuestras ideas y convicciones... que al final no nos garantiza la felicidad.
Pero para qué recordar esas pendejadas... !Estamos en la playa! !Yuppi!
1 comentario:
Aplausos.
Publicar un comentario