lunes, febrero 20, 2006

¿Un primer mundo mestizo?



Ensayos desde Ultramar

TRANSCULTURALISMO: CUANDO EL MERCADO SE ADAPTA A LOS ANHELOS

Latinoamérica no necesita traspasar el Río Grande para dejar su impronta en el Primer Mundo, que cada día luce un perfil más mestizo, y no solo en lo económico y social, sino también en los medios de comunicación. Dentro de cincuenta años, el norteamericano promedio se parecerá más a un llanero sudamericano que al tradicional ojiazules que nos acostumbramos ver en televisión.

Autor: Ytaelena López

El perfil demográfico de los Estados Unidos está empezado a oscurecerse y a hablar diferentes lenguas al tradicional inglés, mientras los noticieros de televisión más importantes como FOX y NBC no pueden evadir las noticias de perfil étnico, aún narradas con un punto de vista WASP (White Anglo Saxon Protestant).
“Las desigualdades alrededor de las comunidades, regiones y naciones, más que nada, significa que diferentes personas tendrán desigual poder tanto como distintos recursos cuando el futuro transcultural tome forma”
Desde 1960, la población étnica de los Estados Unidos ha crecido en 80 millones de personas, una tercera parte del total de la nación. Estos ‘nuevos’ americanos han transformado a los principales centros urbanos en enclaves mayoritariamente minoritarios, un mercado millonario y para nada despreciable, que aún no ha podido ser aprovechado de manera total por el mainstream cultura-económico del país por la ausencia de herramientas teóricas efectivas para hacerlo.
Según Renato Rosaldo, “la noción de una cultura auténtica como un universo autónomo internamente coherente no es más sostenible” en ninguno de los dos mundos, “excepto quizás como una ‘ficción útil’ o una distorsión reveladora”. Esto demanda un nuevo “reordenamiento recursivo de las prácticas sociales”, como acota Antony Giddens para sincronizarlas con los contextos sociales y prácticos.
Es una realidad que cuestiona, como ha sucedido tantas veces, la eficiencia de la noción de Imperialismo Cultural (Lozano) como sistema de control de las aspiraciones sociales bajo la ilusión de lo justo. Sin embargo, el Estado ha puesto todos sus recursos –principalmente en instituciones académicas- en crear una ideología conciliadora (Thompson) que permita integrar socialmente a estas minorías y reducir al mínimo los episodios como los que narra Graham Brown-Martin en su ensayo “Gradual Change: The Rise of the Mixed Race Mayority”, donde una radio inglesa había unido esfuerzos con varios periódicos minoritarios (Pride & Voice) para “desde su ángulo mono-cultural advertir constantemente del peligro de tener citas con personas de diferentes razas, con el argumento usual del asunto de las identidades culturales y bla, bla, bla...”
El problema, tal como lo planteaba irónicamente Nestor García Canclini hace 15 años atrás en México, es cómo incluir en el esquema unidireccional de la dominación imperialista los nuevos flujos de circulación cultural suscitados por los trasplantes de latinoamericanos hacia los Estados Unidos y Europa.

FILOSOFANDO CON AGENCIAS DE PUBLICIDAD

TRUE Agency –con oficinas en Los Angeles y New York- es una agencia creativa y estratégica especializada en apuntar hacia el mercado transcultural. Entre los servicios de la agencia está el orientar marcas de diversas industrias hacia estilos de vida, hasta allí todo bien, pero también se orientan... ¡a filosofar sobre los procesos de la comunicación!
El conglomerado comunicacional fundado por el periodista Claude Gruniztky (30 años), también posee una revista y 2 canales de televisión. Tiene los recurso$ –de los cuales habla Anthony Giddens- para influir de alguna manera en los modos de articulación (dimensión paradigmática) de las relaciones sociales de los grupos minoritarios a los cuales pretende representar. Y lo intentó al crear (o reciclar) un concepto, Transculturalización, y luego ponerlo de moda entre la gente joven intelectual de los EEUU, que ahora lo consideran cool, porque se sienten incluidos dentro de él. Hasta Alicia Keys, Hally Bally, ‘The Rock” y Rosario Dawson están incluidos en este melting pot. Es una generación mestiza que exige pertenecer a una sociedad pluralista que respete sus valores. “Ellos son tan sofisticados que están lejos de ser investigados por un conocedor de las comunicaciones bajo técnicas tradicionales, y ellos están tan transculturalizados como para poder ser tocados por mensajes generales de marketing o por obvias, explícitas apelaciones a su identidad étnica” , dice otra agencia de publicidad llamada New American Dimensions. Los gurus han hablado, y la industria ha repicado estos fundamentos con programas de televisión como “My Life Translated: College Dreams”, de la cadena MTV.

Para TRUE Agency la palabra resume sus aspiraciones de cómo desean comunicarse - y ser vistos- por el mundo exterior. Al final todo estos esfuerzos tratan de establecer un desesperadamente optimista sentido de pertenencia al Sistema. “Nosotros exploraremos como adaptarse a nuevas y diferentes culturas. La premisa básica de este libro es que algunos individuos encuentran caminos de trascender su cultura inicial con el objetivo de explorar, examinar e infiltrar culturas extranjeras.”
Este fenómeno no debe entenderse como algo negativo. Más bien debería ser visto como una democratización de la cultura, que ahora se impone en su acepción antropológica de la consideración de todas las prácticas significantes de una sociedad. En otras palabras, la producción de significantes y la asignación de significados ya no es patrimonio exclusivo de los intelectuales. Cualquiera puede hacer de sus actos una manifestación cultural, inclusive los otros, esas masas carentes de gusto que se apoderan de los espacios comunicativos, tal como denunciaba Ortega y Gasset hace más de 80 años. Ya desde aquel momento se evidencia la lucha por imponer el canon cultural, como un reflejo de las tensiones entre los equilibrios de poder. El cambio político hacia la democracia se dio por esa rebelión de las masas, que exigieron ser representadas no sólo en el juego político, sino también en el mediático. Si no les sirven, no votan, no consumen, apagan el televisor, y ¿quién entonces le asigna sentido al mensaje contenido en el significante?
La cultura se invierte, y las masas se niegan a ser rebaños manipulables, tal como denunciaba en un momento Baudrillard y retoman posteriormente los estudios culturales. Al contrario, son ellas quienes manipulan los significantes, colocándoles el mensaje que quieren, y les conviene, a través del consumo. Esta última postura, en la cual destaca el venezolano Marcelino Bisbal (siguiendo los lineamientos dibujados por Martín Barbero), señala que cada grupo (de la cuál forma parte la audiencia) hace lectura (recepción e interpretación) de los bienes simbólicos según los referentes de su contexto, dictados por un habitus de clase particular (Mullin y Taylor, 1986; Leal Y Oliven, 1988), influenciado por la exposición a los medios de comunicación y evidenciable en la cotidianidad, entendida, según Bisbal, como un mezclote ordenado de “rutinas, ritos, tradiciones y mitos” (1996, 172). Es decir, ¿cómo se consume?
La idea también tiene que ver con la noción de desterritorialización que subyace en las Culturas Híbridas:
“Las búsquedas más radicales acerca de lo que significa estar entrando y saliendo de la modernidad son las de quienes asumen las tensiones entre desterritorialización y reterritorialización. Con esto me refiero a dos procesos: La pérdida de la relación “natural” de la cultura con los territorios geográficos y sociales, y, al mismo tiempo, ciertas relocalizaciones territoriales relativas, parciales, de las viejas y nuevas producciones simbólicas”.
Por el hecho de afectar la cultura de un lugar, la desterritorialización también afecta a los significantes, que se vuelven móviles y herramientas de las intenciones de los emisores, como postulaba Jean Baudrillard en La Transparencia del Mal y apoya Umberto Eco en Los Límites de la Interpretación.
Las relaciones entre las intenciones del autor, el texto y el lector, han partido acá, no sólo del signo como un conjunto de instrucciones para producir significados dentro de un conjunto de convenciones culturales que establece el uso de una lengua (competencia lingüística), sino del establecer convenciones sobre las fronteras de un nuevo llaman reservorio del saber (Schutz) o saber mutuo (Anthony Giddens), que la verdad sea dicha, no es más que suscribir las prácticas sociales a unas coordenadas espacio-temporales que ha sido bien definido por la teoría estructuralista de Giddens o el estudio de los contextos sociales de John B. Thompson.
“Esta movilidad descansa sobre el postulado de que uno no es identificado ni por el nacimiento, ni por la familia, ni por el estatuto profesional, ni por las relaciones amistosas o amorosas, ni por la propiedad...se lo reemplaza por...la capacidad de atravesar el espacio y por la participación en un juego de contratos fiduciarios entre ciudadanos norteamericanos.”

PUBLICO- PRIVADO
Los que se exponen a convertirse en propiedad pública en una interacción o casi interacción mediática, lo hacen motivados por la ambición de controlar, o al menos canalizar el flujo simbólico a través de –en este caso- una idea (en este caso el concepto remasterizado de transculturalización,). Pero, las relaciones de poder y visibilidad entre los perceptores que observan y la personalidad observada son fluctuantes y frágiles, como indicaba Thompson.
La definición de identidad –lo que fuimos- ha cambiando al alterarse la forma de ver el mundo después del 9/11. Esta membranas divisorias que separaban las esferas de lo público y lo privado –concepto de Junger Habermas que recicla Thompson- se terminaron de romper con el choque de los aviones secuestrados por Al Qaeda en el World Trade Center en Nueva York el 11 de septiembre. Y las terribles consecuencias provenientes del poder político que generó este atentando terrorista fueron replicadas por los medios de comunicación –verdadero áforo donde legislan y deciden las masas- a la cotidianidad de los ciudadanos de los Estados Unidos y el mundo.
“Al distinguir dos sentidos en la dicotomía público-privado, podemos volver a valorar la manera en que el desarrollo de los media ha transformado la naturaleza del espacio público y volver a trazar las cambiantes relaciones históricas entre el poder y la visibilidad.” (THOMPSON: 1998, 162)
Las decisiones políticas tomadas por los líderes a raíz de esta fatalidad fueron convertidas en propiedad pública sólo por el hecho de aparecer en la pantalla de un televisor, un cine o un computador, abiertas a las miradas de otros. La visibilidad es sinónimo de poder, pero ¿de quién sobre quién?
“ La esfera pública se fundamentaba por encima de todo en el discurso hablado, en sostener diferentes argumentos, opiniones y puntos de vista en el intercambio dialógico de palabras pronunciadas en un lugar compartido en las que la recepción de los productos mediáticos se había convertido en una forma de apropiación privada.” (THOMPSON: 1998, 176)
Con la llegada de los medios, la visibilidad dejó de depender de un lugar compartido para habilitar un acontecimiento como público, tal como pasaba en la edad media y las ejecuciones, donde la propiedad pública tradicional de la co-presencia se fundamentaba en una interacción cara a cara. El percibir a los otros en co- presencia durante el proceso de recepción determinaba el sentido de lo público. Pero con la llegada de los nuevos medios de comunicación, que podían llevar el hecho a muchas partes a la vez, “los individuos que actuaban en contextos de co-presencia fueron orientando progresivamente su conducta hacia aquellos que iban a constituir el público lector.” (THOMPSON: 1998, 169)
A partir del 9/11 se hizo patente en los Estados Unidos que el nuevo sensorium acuñado por una rutina de usos de medios, estaba siendo insuficientemente representado por la evidente presencia de un Imperialismo Cultural doméstico. Ese establiment, que intentaba persuadir a los receptores que vivían en un sistema justo, estaba fallando en su intento, por cuanto la agenda política de estas pocas compañías -que poseen los muchos medios de comunicación- no estaba coincidiendo las necesidades de una sociedad heterogénea en sus componentes étnicos y sociales. Los medias estaban dejando de circular materiales significativos para la gente que los recibía, si nos atenemos a la función que Thompson asigna a los MCS. Simplemente los guardabarreras a los que alude Thompson (editores) no prestaban oídos a las poblaciones que servían y filtraban la información de manera inadecuada. Es un patrón donde los protagonistas textuales no tienen que ver con quienes luego van a organizar el texto, como denunciaba Peter Lucas en su ensayo “Gradual Change: New York City Now” donde hablaba del caso de un editor de modas neyorkino que tenía asignado un artículo sobre la gente de Brooklyn, barrio al que jamás había visitado en su vida. Otro caso digno de reseñar es el de la gentrification de Harlem, barrio tradicionalmente afroamericano pobre ahora habitado por blancos anglosajones clase media.
“Viendo la portada del último número del Time Out NY -‘El renacimiento de Harlem”, ellos rieron. ‘Si claro, pero nosotros no podemos pagar esa mierda” .
Se impone la necesidad de un nuevo sistema de valores y nuevos canales por donde pudiera fluir la información. ¿Cómo? Apelando a lo urbano, metonimia de lo público. El periodista Peter Lucas inserta el término en el contexto de la ciudad de New York, que con un una deuda gubernamental de $5 billones y 25 mil trabajos perdidos, se encuentra en la búsqueda de nuevos consensos con los suburbios –étnicos- para compartir responsabilidades económicas.
Manuel Castells, en su libro La Cuestión Urbana , argumenta que el desarrollo desmesurado de las ciudades ha dejado al descubierto “múltiples dimensiones del cambio social” a las cuales se les asignan culpas gratuitas de otros procesos (como sustitución de tradiciones y valores) que de cualquier modo hubieran pasado. Peter Lucas se inscribe dentro de esta línea al señalar como una de las causantes de la transculturalización urbana a la gentrificación (desplazamientos), que ha mezclados blancos, latinos y negros –cada uno con diferentes culturas- brindado nuevas vías de exploración y comunicación para agregarlos a cada una de las culturas del vecindario.
“La mirriada de nacionalidades que tapiza cada cuadra de la ciudad o cada vagón del metro representa la victoria, por suerte, del Sueño Americano. Bien, ellos estás allí, ¿Pero que hacemos nosotros con eso?”

BIBLIOGRAFIA

• SOLORZANO-THOMPSON, Nohemy (2004) “TV Documentary on Transculturalism- The Latina Episode”, posteado en NACCS-Pacific NW el viernes 1 de octubre. http://www.isber.ucsb.edu/pipermail/naccs-pacificnw/2004-October/000181.html
• PAK, SuChin (2004) "My Life Translated: College Dreams," estrenada en Mayo 23 a las 6:30 p.m en MTV Program. Blog en http://www.mtv.com/bands/m/mylifetranslated/index2.jhtml
• GRUNITZKY, Claude (Comp.) (2004): Transculturalism: Now the World is Coming Together (essays, analyses, personal tales and optimistic views of the future), 2004, TRUE Agency Publication, New York.
• GARCIA CANCLINI, Nestor (1989) CULTURAS HIBRIDAS: Estrategias para entrar y salir de la modernidad, Grijalbo Editorial, Mexico D.F.
• (2001-2002) ‘Transculturalism and the End of Community”, Center for 21st Century Studies / University of Wisconsin-Milwaukee, consultado el 11 de diciembre del 2005. http://www.uwm.edu/Dept/21st/theme01.shtml
• TSENG, Thoman (2003) “Transculturalism and the Future of Ethnic Marketing (Culture Market Report)”, en New American Dimensions, consultado el 10 de diciembre en http://www.newamericandimensions.com/transculturalism.html
• GIDDENS, Anthony (2003). La constitución de la sociedad . Amorrortu: Buenos Aires. Pp. 412.
• ECO, Humberto (2000). Los límites de la interpretación . Lumen: Barcelona, 2000 . Pp. 405.
• THOMPSON, John B. (1998) Los media y la modernidad . Paidós: Barcelona, . Pp. 357.
• LOZANO RENDÓN, José Carlos . Teoría e investigación de la comunicación de masas. Pearson: México, 1996 . Pp. 234.

2 comentarios:

lichazul dijo...

ya basta de decir mestizos,somos todos
exactamente iguales,provenimos todos de quizas la misma cadena de adn,y eso de decir que norteamerica esta en otra condicion,es pura falacia,el migrar es algo inherente al Ser humano,y las fronteras polìticas son solo imaginaciòn,nuestra casa es una partìcula de arena en el cosmo,como congeneres nos debemos respeto y consideraciòn,sin importar nada màs.

YTA dijo...

Me gusta lo que dices. Y mi temperamento me inclina a pensar como tu. Pero como decia Baudrillard, a veces el simple acto de poner etiquetas a cosas que siempre han existido es un acto de colonialismo, de poder sobre el otro. Me he visto sometida a la tiranía de lo políticamente correcto desde que llegué aqui a EEUU, lo cuál no esta mal, pero afinca la existencia de un "otro", y esa vaina me saca de quicio, me revuelve las tripas. Entonces, para que la bilis no se me salga por la boca y contamine mis escritos, tengo que sustentar cada palabra que digo, pero creo en un mundo sin fronteras, donde todos compartimos el mismo ADN y los mismos sueños. El problema es que otros no lo ven así, y es entre estas dos fronteras que me muevo.