Es la primera vez que me fijo en el cumpleaños de mi blog, esa creatura absurdamente heterogenea como su dueña. Ha sido un viaje a través de mi misma gracias a la escritura. Ha sido el descubrimiento de un país extraño que ahora es mi casa y el distanciamiento de otro al que una vez llamé hogar. Es... que se yo, el asumir lo privado como público (Thompson y Deleuze estarían orgullosos de mí).
He dejado de escribir esperando que sane una parte de mí que se rompió con la pérdida de un ser querido, que perdió la esperanza en un camino y que se escondió detrás de un pino californiano, esperando que Tánatos siguiera de largo sin verla. No ha sanado y la prueba es que ya no me considero la dueña de la verdad -ergo, periodista- pero a la larga es más saludable para quienes me leen, ¿no?