martes, julio 09, 2013

La nostalgia es un bicho que baila como Shakira y no cree en patriotismos



Acabo de regresar de Miami, una versión idílica y muy adeca de Caracas. Y confieso que la extraño mucho. Miami, digo, no Caracas. Pero no la extraño lo suficiente para vivir allí, cosa en la cual estoy muy clara.

Porque en esa babilonia de culturas sin mezclar que es Miami, los venezolanos se distinguen sobre las otras culturas por su arrogancia, que supera a la de los argentinos. Cuando éramos pocos no intentábamos imponer nuestros códigos culturales y sociales por cuanto no teníamos suficiente poder (tanto ecónomico como político). 

Pero ahora, sea por esas alianzas implícitas con la comunidad cubana que también hemos sellado por acá o por los chorros de dinero que dejamos fluir en el mercado inmobiliario, queremos imponer nuestras reglas a los que acaban de llegar de esa guerra civil llamada Venezuela. 

Y al igual que antes, aquí y allá, seguimos librando batallas banales que sólo causan aburrimiento o tristeza. A veces exiguas alegrías, de esas que imitan el pasado en un parque temático. 

Yo quiero a Miami, la sudada, la rosada, la gritona, la honesta que te mira con ojos incrédulos antes de husmearte y acojerte en su seno, como la loba de Roma, después de haber encarnado en Shakira, lista para mover las caderas y bailar contigo un dúo inolvidable.

(Foto de Ytaelena.com)