Migración de escrúpulos XLIX
Confieso que tengo un caracter de mierda, a veces. Trago, trago y trago para luego explotar como un volcán, llenando de desconcierto a todos los que me rodean. En mi segundo trabajo en periodismo para Internet, cuando tenía como 21 años, me pusieron una supervisora apenas tres años mayor que yo en un proyecto para el cual había trabajado como por 6 meses. La chica no era un caramelo y de alguna manera necesitaba reafirmar su autoridad sobre mi para retener el trabajo. Era algo natural, pura sobrevivencia profesional, nada personal.
Pero yo lo tomé como una ofensa, desde la óptica de mi inmadurez.. ¿Cómo era posible que una recién llegada se apoderara de mi trabajo?, pensé. Y de esa manera se inició la seguidilla "tragar, quejarse, provocar y explotar" que me llevó de nuevo a ser una desempleada.
Han pasado muchos años desde aquel episodio y ahora soy yo la recién llegada. La que pretende, con un background profesional muy diferente al impartido en las universidades americanas, conseguir un puesto como editora de una revista anglosajona. La que se muestra renuente a trabajar en un diario hispano local para apenas ganar $50 por artículo. La que se quedó atrapada en el medio...
Y estuvo a punto de explotar como un volcán, casi.
(Pero eso es otra historia que les contaré después, en la próxima entrega)
Confieso que tengo un caracter de mierda, a veces. Trago, trago y trago para luego explotar como un volcán, llenando de desconcierto a todos los que me rodean. En mi segundo trabajo en periodismo para Internet, cuando tenía como 21 años, me pusieron una supervisora apenas tres años mayor que yo en un proyecto para el cual había trabajado como por 6 meses. La chica no era un caramelo y de alguna manera necesitaba reafirmar su autoridad sobre mi para retener el trabajo. Era algo natural, pura sobrevivencia profesional, nada personal.
Pero yo lo tomé como una ofensa, desde la óptica de mi inmadurez.. ¿Cómo era posible que una recién llegada se apoderara de mi trabajo?, pensé. Y de esa manera se inició la seguidilla "tragar, quejarse, provocar y explotar" que me llevó de nuevo a ser una desempleada.
Han pasado muchos años desde aquel episodio y ahora soy yo la recién llegada. La que pretende, con un background profesional muy diferente al impartido en las universidades americanas, conseguir un puesto como editora de una revista anglosajona. La que se muestra renuente a trabajar en un diario hispano local para apenas ganar $50 por artículo. La que se quedó atrapada en el medio...
Y estuvo a punto de explotar como un volcán, casi.
(Pero eso es otra historia que les contaré después, en la próxima entrega)