domingo, enero 20, 2013

La casa se lleva en el corazón

Espero a que él se fume un cigarro. El sabor de su boca me recuerda los besos de mi padre, de algunos novios, de una época de individualidad que solo pocos defienden ahora. Hablamos de identidad, de como nuestras acciones e intenciones nos definen en una época de identidades móbiles. El  problema es que no me doy cuenta en qué idioma hablo: ¿es inglés? ¿español? Estoy tan ansiosa de cruzar la frontera de nuestros recuerdos, que no presto atención a esos detalles lingüísticos (hasta que our relativamente limitado vocabulario se convierte en pared). Hablamos sobre como hacer de nuestro hogar una "casa" donde la gente a nuestro alrededor, es decir, aquellos que consideramos familia, puedan sentirse a salvo. Y me acuerdo de esa primera conversación que tuvimos una tarde en el tren de Coral Gables sobre aquello que nos dota del sentido de pertencia a un lugar y sobre como convertirnos nosotros mismos en centro de confluencia de ideas y afectos. Nosotros somos el lugar.

Lo miro. Miro a nuestro hijo gateando en la alfombra, el padrino de nuestro hijo, un inglés con modales de príncipe, leyendo un libro también en la alfombra y la gata encaramada encima de todos nosotros. Pienso en Caracas, en Venezuela, en Miami, en San Francisco. Estoy en casa y soy feliz.

Grabado hecho por mi sobre mi amiga Andreina, una de las pocas venezolanas que con su acento me devuelve a mi querida Venezuela. Más arte disponibles en http://ytaelena.com/WILDLINE-II

1 comentario:

Anónimo dijo...

Beautiful, you speak three languages, the best is the one from your heart.