Migración de escrúpulos XXXIV
Sucedió cuando salía de Bloomindales, una tienda por departamentos ubicada en la calle principal del distrito financiero de San Francisco (California, EEUU). A las 9:50 pm, justo después de haber caminado un par de metros, álguien profirió un grito. Era uno de esos que te abren las venas. Sonó al unísono de un golpe sordo como el toque del tambor, de esos que ni siquiera la lluvia puede atenuar. "911, llamen al 911", decía una chica mientras cruzaba la calle rauda para reunirse con su amiga. La amiga yacía en la orilla en pocisión fetal, como durmiendo. Su rostro de lado, parcialmente tapado por su cabello, resplandecía en sangre. No se movía.
"Fuck!", gritó un hombre mayor. El corvette plateado había detenido su marcha como a 5 metros del incidente, justo en el punto en el cual se acababa la cuadra y sólo quedaba girar. Se detuvo con un frenazo sordo, tan sordo como el aullido de la multitud que se aglomeraba en el lugar, pero ni apagó el auto ni se bajó del carro. El aullido de la multitud se convirtió en una coral multiétnica de voces que obligaron al conductor a bajar. No tenía más remedio, habían como 3 personas empuñando sus celulares.
La niña de 15 años amiga de la otra, suspendida en el limbo, ya no estaba sola. Al par se habían unido primero los mendigos compasivos (o agradecidos porque un inocente tomó prestado su destino) y un montón de curiosos. Un hombre parecía recriminar al conductor, que colocaba sus manos en su cabeza, como una Ruth echándose cenizas.
Mi novio temblaba en mis brazos mientras nos abrazábamos. Casi llorábamos. Yo sentía un frío cabrón que en mi país (Venezuela) suelen llamar arrechera. Ambos, impotentes, sólo nos marchamos del lugar cuando la policía llegó. Caminábamos en dirección contraria a la ambulancia. En los 15 minutos que estuvimos allí, la niña no se movió. Su rostro dorado era un rubí incrustado en la acera.
domingo, marzo 25, 2007
sábado, marzo 10, 2007
Voy a celebrar mi día tomando ron en la playa
Migración de Escrúpulos XXXIII
Me disculpo con ustedes por ser tan pretensiosa y melcochuda. Les prometo que en este próximo post voy a llevármelos a tomar sol conmigo a Miami Beach, bañarnos en el frío y salado mar, empegostarnos de la blanquísima arena artificial y pasar un buen rato.
Vamos a sacudirnos esta pretensión fatua que nos embarga a los venezolanos que pretendemos "pensar". Especialmente ustedes, chicas. Vamos a ponernos un biquini y lucir nuestras lolas nuevas, aunque se nos salgan uno que otro cauchito que no podemos bajar porque la depresión generada por estar solas no nos da tregua con el metabolismo. No se preocupen, ningún gordinflón flatulento nos volverá a decir "gorda" durante éste nuestro día (semana, año, vida). Ni siquiera el espejo. Vamos a pretender ser amadas por lo que somos y no por cómo lucimos, porque esta única vez vamos a lucir lo que somos. Vamos a ser dejar de ser unas "mamacita", porque yo ya estoy harta de ser la madre de mis hombres y la mascota de mis amantes. Vamos a ser ... !mujeres!
Ya acostadas en la playa, manoseadas por el astro sol, vamos a pretender echarnos una autocalentada bien buena con "Helarte de amar" de Fernando Izawaki... ese tipo SÍ nos tiene ganas, carajo. Eso sí, escondan el libro tras una revista Cosmopolitan por favor, no sea que piensen que son demasiado inteligentes y no levanten NI LA ARENA.
Luego vamos a echarnos un traguito del ron que trajo la panita encaletada en el bolso , cual si fuera jugo de naranja... chicas malas al fin y al cabo.
No faltará la discusión de la veracidad de ciertas afirmaciones científicas como:
-"No importa ni lo grande ni lo grueso, sino lo que dure tieso"
-"Quien duerme con niños amanece mojado"
- "Quien duerme con viejos tiene que cambiar interiores"
- "Al hombre mayor solo se lo levanta una grúa la segunda vez"
- "Billete mata galán"
- "Los gringos solo se mueven hacia adelante y hacia atrás"
- Etc.
Luego vendrá un tiempo deliberado de deliberaciones beligerantes donde ya todas estaremos ebrias para articular una frase y ya ninguna podrá manejar excepto la pana que se llevó al macho a la reunión por pendeja y ahora no puede hablar abiertamente por... pendeja.
Lejos habrá quedado entonces el dolor de un divorcio generado por la ceguera del dolor ajeno de A, los besos nunca dados por falta de práctica de B (que se le olvidó en la portada de un libro), la incómoda certidumbre de vivir en una permanente incertidumbre, el vacío de precisar que no pertenecemos a ningún lugar más que a nuestras ideas y convicciones... que al final no nos garantiza la felicidad.
Pero para qué recordar esas pendejadas... !Estamos en la playa! !Yuppi!
Me disculpo con ustedes por ser tan pretensiosa y melcochuda. Les prometo que en este próximo post voy a llevármelos a tomar sol conmigo a Miami Beach, bañarnos en el frío y salado mar, empegostarnos de la blanquísima arena artificial y pasar un buen rato.
Vamos a sacudirnos esta pretensión fatua que nos embarga a los venezolanos que pretendemos "pensar". Especialmente ustedes, chicas. Vamos a ponernos un biquini y lucir nuestras lolas nuevas, aunque se nos salgan uno que otro cauchito que no podemos bajar porque la depresión generada por estar solas no nos da tregua con el metabolismo. No se preocupen, ningún gordinflón flatulento nos volverá a decir "gorda" durante éste nuestro día (semana, año, vida). Ni siquiera el espejo. Vamos a pretender ser amadas por lo que somos y no por cómo lucimos, porque esta única vez vamos a lucir lo que somos. Vamos a ser dejar de ser unas "mamacita", porque yo ya estoy harta de ser la madre de mis hombres y la mascota de mis amantes. Vamos a ser ... !mujeres!
Ya acostadas en la playa, manoseadas por el astro sol, vamos a pretender echarnos una autocalentada bien buena con "Helarte de amar" de Fernando Izawaki... ese tipo SÍ nos tiene ganas, carajo. Eso sí, escondan el libro tras una revista Cosmopolitan por favor, no sea que piensen que son demasiado inteligentes y no levanten NI LA ARENA.
Luego vamos a echarnos un traguito del ron que trajo la panita encaletada en el bolso , cual si fuera jugo de naranja... chicas malas al fin y al cabo.
No faltará la discusión de la veracidad de ciertas afirmaciones científicas como:
-"No importa ni lo grande ni lo grueso, sino lo que dure tieso"
-"Quien duerme con niños amanece mojado"
- "Quien duerme con viejos tiene que cambiar interiores"
- "Al hombre mayor solo se lo levanta una grúa la segunda vez"
- "Billete mata galán"
- "Los gringos solo se mueven hacia adelante y hacia atrás"
- Etc.
Luego vendrá un tiempo deliberado de deliberaciones beligerantes donde ya todas estaremos ebrias para articular una frase y ya ninguna podrá manejar excepto la pana que se llevó al macho a la reunión por pendeja y ahora no puede hablar abiertamente por... pendeja.
Lejos habrá quedado entonces el dolor de un divorcio generado por la ceguera del dolor ajeno de A, los besos nunca dados por falta de práctica de B (que se le olvidó en la portada de un libro), la incómoda certidumbre de vivir en una permanente incertidumbre, el vacío de precisar que no pertenecemos a ningún lugar más que a nuestras ideas y convicciones... que al final no nos garantiza la felicidad.
Pero para qué recordar esas pendejadas... !Estamos en la playa! !Yuppi!
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