martes, octubre 30, 2007

Cartas entre dos venezolanos lejos de la patria

Migración de Escrúpulos LII

De A a B:

"(...)Mis memorias de Venezuela son muy dulces, aun fuertes en mi alma, pero son una cosa de el pasado... soy ciudadano del mundo con mi fundamento venezolano, de padres europeos y viviendo en Gringolandia por tantos años. Me recuerdo de sus gentes, la naturaleza, la Caracas vieja, el Avila, Canaima, los pueblitos que se encontraron en mis viajes a el interior... mi mama era
la aventurera y le encantaba manejar a cualquier ruta y descubrir "La Playa" secreta. Durante un viaje al interior, con las ventanas abiertas, en una de esas carreteras derechas sin fin, pasábamos las plantaciones de Cacao, como chico el olor era amargo, como adulto es un olor dulce. Las flores de media noche que atraían los murciélagos y mariposas nocturnas para comer el néctar... y nosotros teníamos nuestras fiestas, comidas y bailes... tantos recuerdos que tengo. No los cambiarían por nada. (...)"

De B a A:

"(...) Venezuela no ha cambiando tanto, A. Ni Chávez ni los problemas sociales le han robado a nuestro país el dulce aroma de cacao amargo, el salitre jovial de los pueblos de playa, el calor humano. El país sigue su camino hacia un futuro -que quizás no le pertenezca ni a tu generación ni a la mía- pero que está allí, esperando. Cada vez nos hacemos más conscientes que ser venezolanos no es una circunstancia sino de una elección. Y eso es una buena noticia. ¿Por fin dejaremos de ser un "hotel", como dijo Cabrujas, para convertirnos en un lugar dentro de la geografía de nuestro corazón?

Emigrar para mí fue una decisión personal, impulsada más por un compromiso con mis valores que por una necesidad económica. Venezuela es mi país pero Hugo Chávez NO es mi presidente. Sin embargo, ya acá en gringolandia me di cuenta que no quería renunciar a mi identidad, más allá de las coordenadas geográficas donde decida vivir. Yo soy venezolana. Porque represento a mi cultura, voy a dar lo mejor de mí a donde vaya. Durante ese proceso es probable que me transculturalice, que me vuelva parte de esta geografía gringa, como te pasó a ti, ciudadano del mundo. Pero tenemos raíces, un término que va más allá de la raza o de la geografía y tiene que ver con los recuerdos. Es muy diferentes la Caracas de los setenta de la Caracas de finales de los noventa que yo me traje en la maleta, pero sigue siento la ciudad que ambos amamos. Al final Venezuela no es una coordenada geográfica, es un montón de gente con un mismo corazón. ¿Verdad chamo?"



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