lunes, marzo 24, 2008

Remedios la bella vuelve a mí de vez en cuando

Migración de escrúpulos LXIII


Scenes of the Cordillera De La Costa
Originally uploaded by bill kralovec



Ha pasado casi un año desde su partida, pero aún puedo escuchar su voz de gavilán oriental algunas noches, en sueños. Sueños donde se aparece, bella y grandota, vestida con sus bluejeand apretaditos y sus camiseta de colores chillones. A veces viene para acostarse conmigo en la cama, reclinando la cabeza en mi brazo. Juego a atacarla con mi axila de zorrillo mientras ella ríe histérica de felicidad. Al principio despertaba llorando, con ese gemido mudo y epiléctico de la gente con el corazón roto mientras mi esposo me consolaba con palabras difíciles de entender. Ahora suelo amanecer en paz, devolviendo las risas con toñequerías (caricias) que mi gato recibe feliz y en silencio. Qué irónico, ella que siempre quizo conocer a mi gato, Tuxedo. Probáblemente lo hubiera adorado.

En eso vivo, enfrentando a mis recuerdos, uno a uno, hasta que ya no me duelan y se conviertan en lo que son: una bendición. A veces me encuentro una foto nueva y vuelve la lluvia a mis ojos, pero de eso se trata el luto, la partida. Hoy me pasó eso; un amigo muy cercano me envió las fotos de su último día viva y bueno... aquí estoy mojando el teclado.



¿Vieron que largo tenía su cabello?

Lo más irónico que me había cansado de rogarle que me enviara una foto por Internet, por cuanto tenía 3 años sin verla. La niña vivía en un pueblo donde no había conexión, ni teléfono... nada. Un verdadero Macondo el cual ella estaba decidida a llevar hacia el siglo XIX. Y lo hizo, pero no con mi ayuda, como habíamos planificado. Consiguió una donación de 25 computadoras para un Infocentro que ahora lleva su nombre. Tenía tan solo 16 años.

Remedios la Bella pasó por Macondo y cambió la vida de sus habitantes para siempre. También de su familia y amigos. Mi gran niña-mujer, la única que me daba sermones de sentido común con ese timbre chillón que me rompía los tímpanos y me abría el corazón. Es que Isa tenía unos ovarios bien grandes... mi niña.

No es de extrañar que en su último viaje la acompañara un cortejo de 400 personas, como me contaba su padre, a quién la muerte le abrió los ojos a la vida.

3 comentarios:

Irina López dijo...

¡Wow! No sé qué otra cosa decir.

Irina López dijo...

¡Wow! No sé qué otra cosa decir.

luis dijo...

como yo tambien perdi a mi hermano se lo que sientes.
Aunque este homenaje a tu hermana esta hermoso