Migración de escrúpulos XLVIII
Pepe, para ponerle algún nombre, es un chico muy guapo y simpático. Su generosidad va más allá de lo ordinario y le tiende la mano a cuanta persona lo necesite, incluyéndome. Por eso todo el mundo lo quiere.
Pepe es talentoso, extremadamente talentoso. Sabe tocar la batería como ninguno y de paso compone música. Es lo que llaman los gringos un "raw talent", un talento en bruto.
Estas cualidades le han ganado el respeto de sus amigos y la admiración de las mujeres, las cuales cambia con la misma frecuencia que sus interiores. Todos lo quieren, a pesar de algunos detalles que rompen con su estampa de cantante de rock.
Últimamente el chico ha estado un poco errático. Su guitarra no se escucha tan a menudo como antes. Ha sido sustituida con el sonido de ruidosas parrandas, violentos orgasmos y súbitos silencios.
A veces también escucho el llanto desesperado de Louise, que cada día se mezcla con un jadeo ocasional.
Un par de veces he pasado por su casa con la esperanza de encontrar viejos amigos, pero han sido sustituidas por algunas caras nuevas. Un consenso de de ausencia de sonrisas me expulsa del lugar.
He tenido -por fin- oportunidad de hablar con mi amigo. Bueno, hablar es un eufemismo, por cuanto Pepe ya no escucha, lo cual convierte la conversación en un monólogo. Pero al menos es el mismo Pepito generoso... creo.
Me lo he encontrado un par de veces, a veces en la mañana, otras en la tarde.
Siempre tiene tiempo para ayudarme con las bolsas o a cargar la ropa desde la lavandería. ¿Cómo hace para pagar las cuentas?
De un tiempo acá un señor muy educado frecuenta la casa de Pepe. Al principio pensaba que era otro amigo más de el galán, cada día venido a menos. Pero se ha terminado de convertir en su sostén, por cuando Pepe se ha quedado sin papeles, sin trabajos y también sin amigos.
Pepe ha dejado su casa para mudarse a una locación desconocida. A veces lo extrañamos, pero nos habíamos distanciado un poco de él porque no nos gustaban sus amigos. No me agrada la gente que no mira a los ojos o que vive en estado de paranoia autoinducido.
Nos volvimos a encontrar a Pepe en la calle, acompañado de dos rubias despampanantes y el señor-muy-educado. Pepe aprovechó la oportunidad de nuestra presencia para dejarnos a los bombones y darle una ronda al local nocturno. ¿Qué podemos conversar con dos mujeres en-estados-alterados que de paso no hablan español?
Esa misma noche noté al señor-educado y a Pepe hablando en una esquina. Una certeza me llena de dolor al tiempo que mi esposo me implora mirar hacia otro lado. Pepe se acerca a mi a darme un beso cariñoso mientras el señor-educado se retira fuera de mi campo visual con otro chico latino que oculta su cara tras un sombrero.
Louise, a quién el señor-educado parece cortejar, se ha acercado a nosotros... llorando. Pepe la ha rechazado, justo cuando se encontraba en la parte más alta de su montaña rusa de nieve. Louise no puede más. Pepe hace rato que lo perdimos.
Mi gente se ha convertido en carne de cañon. Un sistema sordo-mudo les destrima el corazón y el mounstruo de la droga se come su alma.
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