Si el inglés es parte del contrato social que Estados Unidos exige a los immigrantes, ¿dónde quedan aquellos que quieren preservar su idioma original, como el español?
Por Ytaelena López
(Artículo publicado para el Maynard Institute)
La lengua no es sólo una concatenación de palabras que usamos día a día: es un contrato social. Nos reconocemos los unos a los otros como parte de una cultura a través de la lengua que hablamos, que en Estados Unidos es el inglés. ¿Pero qué pasa con personas como yo, que viven en EEUU pero escriben (y hablan) en Español?
"Sólo hay lugar para un idioma en este país, y ese es el idioma inglés", dijo el presidente estadounidense Theodore Roosevelt en el año 1914 al referirse al dominio de la lengua como la forma más eficiente que tiene el inmigrante para asimilarse culturalmente en Estados Unidos.
Sin embargo en mi casa materna en Miami aún se habla español para hacerles la vida más fácil a algunos de sus miembros que llegaron a este país cuando casi pisaban los 50 años. Son ciudadanos estadounidenses que ejercen su derecho al voto, pagan impuestos y leen la prensa local... en español.
Son 45 millones de hispanos en los Estados Unidos, es decir, más del 15% de la población total del país, según el US Census. En algunos estados como Texas, Nuevo México o California se habla español en el 30 por ciento de las casas. En Puerto Rico es más del 95 por ciento de la población.
El contrato social que delimita el sentido de pertenencia a un lugar -al menos en forma implícita- se rompe. Queda entonces dos alternativas: negociar de nuevo el contrato social y atarlo a unos valores cívicos, más que una lengua, o excluir a ese segmento de la población con la excusa de que son una amenaza a la identidad nacional (Samuel Huntington ) o peor aún, una 'plaga demográfica' que demanda medidas extremas. (John Tanton)
Y mientras en la Unión Europea le enseñan a los niños al menos 3 idiomas obligatorios, aquí los defensores del "Only English" (que se cambió el nombre a U.S. English después de la verguenza que les hizo pasar Tanton) se han propuesto defender al 80 por ciento de la población de ese otro 20 por ciento bilingue restante. Para ello recogen firmas en Nashville con el propósito de pasar una ley que prohíba hablar cualquier otro idioma en instancias públicas como alcaldías y escuelas. ¿Porqué no mejoran la calidad de la enseñanza en estos estados en vez de fomentar la intolerancia? Si las autoridades locales hicieran bien su trabajo y dejaran de hacer tanta política, se evitarían verguenzas como ésta.
Para mí no es sorpresa que la gente de los congresos (tecnología, periodismo, relaciones internacionales, da lo mismo) en los cuáles suelo participar me pregunten de dónde soy. Mi acento, aún muy fuerte, me delata. La sorpresa aumenta cuando les digo que voy a escribir el artículo en tiempo real en español para los latinos que usan Internet en Estados Unidos. No les cabe en la cabeza que ese tipo de información, muy común en los medios angloamericanos, vaya a ser divulgada en español dentro de las fronteras de EU. Otro gallo cantaría si escribiera sobre inmigración, desplazamientos urbanos o cualquier otro tópico similar.
Entre las preguntas que me has hecho están:
- ¿Cómo pudistes entrar al evento?
- ¿Para que necesitan a una persona que escriba en español si se trata de un evento estadounidense?
- ¿Cómo puedes trabajar aquí si eres extranjera?
- ¿Cuándo te regresas a tu país?
[Pictures about Xenofobia
http://www.flickr.com/photos/daquellamanera/511284811/sizes/l/)
Esta foto pertenece a Daquella Manera y está bajo licencia de Creative Commons
Es una situación muy incómoda que me obliga a pensar cada palabra. La lengua es la herramienta del periodista y el cómo la use determinará como será juzgado por sus pares. En el inglés el peso del significado es tan alto que obliga al hablante a ser muy cauto con las palabras. En el español la importacia del momento es delimitada por una abundacia de significantes. Es decir, que "it's no nice" puede convertirse en "una gran metida de pata" por culpa de una mala traducción.
Con el estudio y la práctica cada día gano más confianza, pero el "what?" se esconde como agria advertencia cuando menos me lo espero. Ahora entiendo porqué muchos inmigrantes latinos privaron a sus hijos de un segundo idioma, el español, para ahorrarles el dolor de una humillación.
Si eso me pasa a mí, que tengo un posgrado en los Estados Unidos, ¿qué pasará con aquellos 14 millones de personas (o más) que no "saben hablar el inglés muy bien"? Eso sin contar con los inmigrantes ilegales, estimados en más de 12 millones según el Pew Hispanic Center. Un informe que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó el año pasado afirma que "la población ilegal en Estados Unidos aumenta en 408.000 individuos por año, de los cuales más de la mitad proceden de México."
Me había acostumbrado a Miami donde -de cualquier manera- te entienden, por cuanto la mitad de sus habitantes no nacieron allí y hablan en su mayoría español. Es una ciudad donde la identidad se define por un proceso de libre albeldrío: tu escoges ser parte del lugar y pagas un precio por ello. Para algunos es más alto que otros, como los haitianos que llegaron al mismo tiempo que los cubanos y no tienen las mismas facilidades migratorias, pero como dice la canción de Bacilos: "todos encontramos una forma de vivir".
Allí me sorprendió el caso de los cubanos de segunda y tercera generación que son fieles al país donde nacieron sin abandonar sus raíces culturales. Su idioma natal es el inglés, pero tienen una vinculación afectiva con el español que trasciende el ámbito doméstico y se transforma en beneficio económico. Es decir, eliminaron las cláusulas del contrato cultural para incluirse, tal como ellos mismos se perciben. They are Americans y al mismo tiempo estadounidenses; se permitieron esa opción.
Todo está en abrir el abanico de opciones y enriquecer el debate, con la esperanza de llegar a una solución. Y nosotros, desde los medios de comunicación, podemos hacer mucho para propiciar la tolerancia. Así lo intentan en España con "Telenoticias sin Fronteras", un informativo hecho para inmigrantes con periodistas -también inmigrantes- que reflejan la nueva diversidad lingüística de la Península Ibérica. Allí, entre colegas provenientes de Marruecos, Costa de Marfil y China se encuentra Armando Vargas, un compatriota venezolano que ha sabido asimilarse exitosamente al nuevo país sin perder sus raíces latinas. ¿Porqué no hacer algo parecido aquí en Estados Unidos?
Al menos vale la pena intentarlo.
(Puedes leer el artículo y encontrar los links, más un video, en http://www.mije.org/guests/la_lengua)
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