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miércoles, septiembre 26, 2007

¿Quién dispara esta vez?



TOLE-RANCIA, ¿Porqué no intenta colocar el aparato al-revés? (II)

La paradoja de la globalización ha llevado a muchas civilizaciones, en la búsqueda de un orden, a excluir a el otro. ¿Y quién es el otro? Aquellos que no somos nosotros mismos, o en otras palabras, el mundo que no comparte nuestras creencias, razas, sexo o cualquier otra matriz cultural que determine nuestro sentido de pertenencia. Es de allí que nace el sentimiento de extrañeza ante lo ajeno, que desplaza el sentido de la palabra “extranjero” a la mayoría de los campos de interacción social.

Lamentablemente, la exclusión del otro a veces tiene que pasar por la eliminación física como un acto punitivo por la intromisión en nuestro territorio, por la defensa de un significante cultural (porque el significado queda a cuenta del individuo y sus motivaciones). La hibridación cultural es dolorosa, ya que implica el derrumbe del logocentrismo (la fe en la palabra) y muchos se resisten a perder el sentido del destino como motivación. Por eso no dejan de colocarle nombre a los fenómenos y objetos. Y son estos conceptos –nacidos de una circunstancialidad- los que validan la lexia de discursos como aquellos que justificaron el derrumbamiento del Word Trade Center el 11 de septiembre del 2001 o los que permiten una “guerra preventiva” en cualquier parte del mundo donde no se compartan los mismos modelos de pensamiento. Es allí donde se evidencia en el paradigma de la modernidad, la falta de unas sólidas bases prescrictivas de comprobación. ¿Quién determina esas matrices de valores? ¿La comunidad donde nos desenvolvemos diariamente, en otras palabras, lo local?

Hay algo detectable en esa filiación doméstica a la que diversos tratados de estudios culturales se refieren, y es la vinculación con un espacio arquitectónico como símbolo cultural. Es ese sentido de pertenencia cultural al lugar lo que determina su actitud hacia quienes no habitan en él, a pesar de ya no estar limitado a una frontera geográfica.

¿Qué representa para los americanos las Torres Gemelas? ¿Qué representa para los árabes sus mezquitas? ¿Qué representa para Latinoamérica las fuerzas de orden público? ¿O los movimientos populares? ¿Han cambiado esos valores? Evidentemente sí, y va más allá de retaliaciones entre unos y otros. Los pueblos pueden abandonar los objetos (signos) que antes los simbolizaban para buscar otros. Cada quién se apropia de los significantes a su gusto si puede conseguir de ellos algo que le sirva a su propio yo (o imagen de sí mismo reflejada en los demás). Los norteamericanos protestaron en su propio país contra la guerra en Irak (y fueron castigados por sus propias autoridades) mientras compañías petroleras alemanas y japonesas subcontrataban a cientos de indios e iraquies para trabajar en condiciones infrahumanas en los campos petroleros en Irak, bajo la mirada alcahueta de Sadam Hussein (como denuncian los mismos trabajadores en una página web. Y las protestas se extienden como una gripe inoculada hacia Latinoamérica, donde masas informes y con identidades prestadas avanzan intentando derribar una puerta ficticia, buscando una reivindicación que muchas veces se traduce en dolor. Podría afirmar que las fotos fueron tomadas en Venezuela, pero no es así. Las he manipulado tanto que ya no lo recuerdo.

Juegos de poder: unos se encuentran arriba y otros abajo, y al revés. Tan fácil como avanzar. Tan tentador como jugar con este aparato... un símbolo.

Lo relatado anteriormente pone en evidencia que, ante la caducidad de las coordenadas geográficas, la cotidianidad se desarrolla en la “invención de una perspectiva de tiempo real, que suplantará la perspectiva del espacio real...Es... una perspectiva táctil...el contacto a distancia” (Paul Virilio) donde se desarrolla la cotidianidad mediática. El lugar se encuentra en la mirada, en los valores culturales. En el fenómeno en el que se observa con mayor detalle la caducidad del espacio real y su virtualización, es en los nuevos modos de percibir la realidad impuestos por los medios de comunicación. Desaparecidas las distancias, todo sucede al mismo tiempo dentro del espacio de la simulación, sin importar los puntos de referencia geográficos. La inmediatez del tiempo real en un espacio virtual, trae como consecuencia la transformación de las fronteras en metáforas de los valores de cada sociedad, solo que esta vez no son fijas. Baudrillard advertía que esta simulación como hibridación entre la imagen y el modelo, resulta en un exterminio de lo real, y en la liquidación de todos los referentes. Vivimos y sufrimos en carne propia lo que sucede en una pantalla, ya que compartimos el mismo espacio común de la instantaneidad.

Esa duplicación de la realidad sensible a la virtual, esa distorsión provoca una conmoción mental que termina en una pérdida de orientación. Nuestra relación con el otro (alteridad) y el mundo se perturba lógicamente. Es tan fácil usurpar la identidad ajena con la interacción con los medias. Suponiendo que sean venezolanos quienes protestan, ¿lo hacen por la salida o permanencia de la figura al poder? ¿Contra quienes disparan los policías? ¿Quién está del lado bueno o del malo? ) La única frontera en esta no-situación es el tiempo real o de duración (time spam), ya que todo ocurre a la vez.

El ser humano siempre ha estado en interacción en una comunidad con conciencia del otro. Lo único que hacen los medios de comunicación es apretar los nudos de esa red neuro-cultural que es el mundo. Incluso, se podría afirmar que es una metáfora de él, transparente por su condición de modelo performántico, pero representación de nosotros mismos al fin. Lo que hagamos dentro de esta simulación plástica del mundo (con los mismos parámetros sociales) afectará al mundo incluso de una manera más brutal que cuando no había esas redes de comunicación. Si no hay distancias y se cuestiona el sentido de pertenencia al lugar a través de la destrucción de sus objetos culturales, entonces ni siquiera vale la pena sentirse extranjero, porque todos los seríamos. Lo que se haga a un grupo de individuos afecta simultáneamente- a todos los demás, solamente con el hecho de poner a circular la información (la sangre del sistema electromagnético). Se altera el reflejo de nosotros mismos en el otro y –sin puntos de referencia- sobreviene la violentación de la ética y el caos.

Este ensayo es el fundamento curatorial de un trabajo que postulé para el Salón Pirelli y el cual fue ¿censurado? ¿autocensurado? No lo sé, pero explica un poco mis ideas en cuando a tolerancia y se une a Migración de escrúpulos XXXXVI. La descripción física está en mi otro blog, el de arte

Foto: "Tole-rancia: ¿quién dispara?"
Escultura en técnica mixta en fotografía sobre acrílico hecha por Ytaelena López para el último salón de la FIA

viernes, septiembre 21, 2007

¿Porqué el 11-S y no Allende?... ¿Importa?



Migración de escrúpulos XXXXVI

Es simplemente cuestión de visibilidad. EEUU tiene la capaciudad de generar más "ruido" que Chile. De paso, el 11-S fue más reciente que la caída de Allende, de paso. Cada quién defiende la bandera que le de la gana, o la que conoce más. Es válido. El diálogo y las lecturas mutuas tienen el claro propósito de solventar ese bache, ¿o no? Yo leo a JRD y digo: "mierda! debí incluir a Allende en mi reflexión sobre la naturaleza del mal, perdón, el 11-S!"

Al final, se trata del mal. Del terror puro. El hombre sólo es bueno porque le da la gana de ser bueno (libre albeldrío). Sino, se devorarían los unos a los otros, como decía Hobbes: "El hombre es lobo del hombre." ¿Acaso no está sucediendo así en Venezuela? ¿Acaso no le caemos a cayapa a quien piense diferente al proceso? Lo mismo va para la oposición. El hombre es el lobo del hombre, citando el Leviatán, que también alude a la necesidad de un poder absoluto (¿cesarismo democrático?) para mantener a raya la cuerda de animales que somos... cuando NOS DEJAMOS LLEVAR POR NUESTROS INSTINTOS y no buscamos el camino de la disidencia. Claro, es más facil pensar en buenos o malos, en atribuirle más validez a una vaina que a otra, que tomar la responsabilidad por esta cagada de país que tenemos y se llama Venezuela.

Al final yo quiero otra vaina para mí... un poco de ternura para empezar...

martes, septiembre 11, 2007

Yo bueno, tu malo


Word Trade Center
Originally uploaded by alrevez


11-S o la pérdida voluntaria del libre albedrío
Ytaelena López

(publicado el Sábado, 2 de julio de 2005 en Analítica.com

¿Acaso el hombre se define por sus acciones? Si fuera así, hechos como los campos de concentración en Auschwitsz, el derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre y el ejercicio de la furia ciega al miedo cada fin de semana en Caracas nos deja muy mal parados como raza. ¿Tendrá razón Imre Kertész al afirmar que la naturaleza del hombre es el mal, que siempre encuentra explicación?

Para el hombre moderno admitir esto es simplemente insoportable, ya que la contradice la imagen que quiere conservar de sí mismo. La presencia del otro (lo ajeno a nosotros mismos o el extranjero que no soy yo ni pertenece a nosotros mismos) arremete contra la sociedad ideal que aspira a estar limpia de culpas y remordimientos. Ampliar las fronteras de nuestro mundo subjetivo a través de la globalización de los significantes (la forma de los conceptos o el contenedor de nuestras ideas) y el añadido de nuevas lexias (palabras o etiquetas) deslegitimiza los dogmas (en esencia incuestionables) en los cuales habíamos depositado nuestras esperanzas.

Es allí cuando la exclusión se presenta como una posibilidad muy seductora.

“Hay que eliminar el foco de exclusión” –dice el caudillo- “para que no contamine nuestro espacio”. Hay que impedir que se apoderen de nuestros significantes, que tal como señalaba Roland Barthes, ahora son móviles.

Entonces la lucha se desenvuelve por colocar nuestros nombres propios a los conceptos, el derecho a colocar etiquetas, a limitar el lenguaje. Siempre existió el nuevo continente, perro dejó de ser utopía cuando los españoles lo nombraron América, por ejemplo. El poder del nombre es la hegemonía del poderoso.

¿Qué como afecta el estado de la lengua el destino colectivo? “Recordemos por ejemplo, que hablar y pensar son funciones que se vinculan de modo indisoluble: no puede existir la una sin la otra” (Cadenas, p.23) Debemos partir del principio básico que el hombre es hechura del lenguaje. Un mal uso del lenguaje es síntoma de que las cosas no van bien para el hablante, y me refiero a todo. Los moldes del pensamiento que anteceden a la acción están en las palabras, y si están preceden de discursos caducos, entonces hablamos de la degeneración social del ciudadano y su transformación en hombre-masa. Es el desarraigo lingüístico lo que caracteriza a los seres de identidades móviles o desclasados, llamados así por Hanna Arend. Estos individuos sin identidad definida –vaya contradicción- son fáciles de embaucar por los demagogos de oficio, fácilmente reconocibles por su lenguaje limitado (al círculo de sus intereses), que condena todo lo ajeno a la inmediatez al olvido oportuno de las lecciones del pasado. “En el imperio de lo kitsch las respuestas están dadas de antemano y elimina la posibilidad de cualquier pregunta... En su poética aparece en lugar de la verdad, la mentira hermosa, un efecto emocional quebradizo que corrompe los sentimientos del público.” (Kundera) .

Y bajo esta óptica, no importa cuán demoníacos sean nuestros actos, porque el líder- demagogo siempre les encontrará una explicación racional. Solo tenemos que repetir sus consignas y más temprano que tarde aparecerá algún otro para echarle la culpa. ¿Des-trucción o deco-instrucción? Así sucede cuando el hombre intenta definirse por sus ideas, negándose a constatarlas en la realidad misma. Todo lo que haga este individuo es para dedicárselo a este ídolo-objeto de veneración. No hay pregunta ni cuestionamientos, porque nuestra identidad está definida por la devoción. Y lo mejor del caso ¡es una forma de identidad con certificado de garantía! Claro, porque si algo sale mal, la culpa la tiene ese superhombre nietzchiano elegido por nosotros, no uno. ¿Qué podemos hacer contra la injusticia si hemos cedido el poder a EL OTRO, por ejemplo? Estamos dispuestos a creer en la seducción de este anti-Mesías, para no darnos cuenta que la libertad como sinónimo de libre albedrío es solo “una cuestión de decisión, de una decisión tomada o no tomada en las vidas individuales” (Kertesz).

En la comedia de país donde vivimos, hemos visto nacer la conciencia de la otredad como un cáncer que nos corroe como ciudadanos. Para no hacernos culpables de nuestras acciones, las mediatizamos, y así le echamos la culpa a la noción de simulacro institucionalizada por los medios vernáculos, nuestro paradigma posmoderno. El borde entre la ficción y la realidad se hace más filoso en la calle, por donde circulan unas masas a veces indiferentes y otras intolerantes. La única manera de mantener el pellejo es dejarnos llevar por las consignas impuestas por los demagogos a las masas o hacernos cada día mas invisibles. Hacer o no hacer. De cualquier manera, nuestro libre albedrío está en juego.

Notas


(1) En torno al lenguaje
(2) La Insoportable Levedad del Ser
(3) Kaddish por el hijo no nacido

(Foto del monumento-ruina del Word Trade Center)