jueves, enero 17, 2008
Caracas, un amor fracasado
Migración de escrúpulos LIX
La última vez que estuve en Caracas, la ciudad me robó el ultimo motivo que tenía para volver a ella. “Vete y no vuelvas… a menos que sea de visita”, me dijo rotunda. Eso sí, lo hizo sin aspavientos, en el medio de la fiesta, justo cuando estaba borracha, para evitar que me pegara tan duro.
La rumba no paró ni un instante durante el tiempo que estuve en la querida Caracas. Bueno, quizás sí paró durante el tiempo que estuve mendigando una prueba de haber trabajado en un periódico que se fue a la quiebra por una mala apuesta política o mientras esperaba infructuosamente en la universidad por unas notas selladas por el decano.
Lo cierto es que el reloj se detuvo cuando la mujer que entrevistaba a los seleccionados para la beca me preguntó por una constancia de estudio “oficial” que le demostrara a ella que sí estaba estudiando el posgrado en Miami. No tenía nada de “ese calibre” en mis manos; me lo negaron por falta de pago. A los gringos no les interesaba CADIVI ni Chávez, tan solo eran excusas ridículas para no soltar los dólares.
Así que volví a las noches tibias del Ávila. Quería olvidar mi fracaso, ahogarlo en besos, esterizarlo en alcohol, vestirlo de frivolidad. De esa manera no me importó ni los carritos por puestos reggetoneros, ni los pies sucios de aguas cloacales, ni las llamadas no devueltas de mis ex compañeros de clases.
Total, si no tiene solución, ¿para qué preocuparse?
Caracas es un “cangrejo”; un enigma casi imposible de resolver… pero vivible.
¿En serio? ¿Cómo llevar con dignidad tu propio fracaso, tu amor no correspondido?
Tenías razón, Cacao.
Ahora me retiro a mirarme en el espejo, para ver si lloro o no.
(El dibujo es mío y pertenece a la serie "Mal de ojo". La foto también es mía)
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3 comentarios:
Para saber a caracas, hay que irse. Cuando estudie en margarita y regresaba a caracas, nos daba miedo salir a la calle. Veia a la gente iracunda, agresiva a punto de caerme a golpe, nos constaba mucho adaptarnos a vivir aquí.
Pero yo llevo un avila en el pecho. Para mi caracas es la cordillera del avila, desde niño he subido a esa montaña. Hasta invente una investigación, solo para estar en ella (y publique uno de los primeros estudios sobre el cambio climatico en la ecologia tropical. Fijate la vaina, eso era lo que menos pensaba encontrar) La montaña me quita el sucio, los huecos, la miseria, y la suciedad. La veo, y todo esta bien.
La arrogancia, y la gula, la avaricia,, pero sobre todo de quitatetuparaponermeyo, pavimenta sus calles
El metro es el infierno, se ven peleas por quitame esta pajita. La agresión tiene su maxima expresión bajo tierra. Se oye de pronto,”quitame la mano del culo” de cualquier mujer, que importa que sea fea, tiene culo. Otro pidiendo dinero, mientras canta un grupo de rap en los pasillos. Te bajas en cualquier estacion y la propaganda del gobierno por los altoparlantes del metro te agrede.
Caracas es una puta, que uno sabe que le hace mal, te quita el dinero, te quita la esperanza, pero no puedes dejarla, sigues enamorados de esos ojos de avila.
Bueno, todo como que es un continuo proceso de nuevas impresiones.
Creí que había tenido suficiente por el día de hoy después de venir de la biblioteca pública de la pequeña ciudad-agresiva donde vivo donde estaba terminando un libro terrible de Ferdinand Celine viaje al fin de lnoche y me consigo con tu post, el comentario del nihilista Luis y esos mal de ojo.... ¡oh Dios! creo que necesito un trago...
Gran saludo.
Duele Yta, duele mucho ¿Para qué negarlo?
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